lunes, 29 de julio de 2013

TABACO SILVESTRE

Crecía espontáneo en tu huerto
y lo envolvías con tus manos.
Ahora que tu cigarro se ha apagado,
me consuela la eterna ley de los hombres:
los muertos no se van
porque vamos tras ellos.

Me habían contado que ya no practicabas
el ritual del arado,
que al final de la jornada
los surcos de tu piel
asomaban más profundos que los de la tierra,
que tus bueyes morían de males conocidos.

Tú, que nunca conociste el mar
ni alzaste su sábana de agua para ver
las bellas casas en que moran los peces,
ni las medusas (esas almas que penan en la sal)
jugando en la insólita fugacidad de su transparencia.
Tú, que no fuiste ni coronel ni caudillo
sino un campesino
de amaneceres puntuales y rocío en los ojos,
de largos silencios defendidos por dos breves frases.

Has muerto.
Las plantas de tabaco continúan creciendo
alrededor de tu casa:
desmedidas
elevan sus hojas buscándote.

Esta noche, gruesos hilos de lluvia
golpean sobre unos ojos abiertos.

Enciendo un cigarrillo.
El humo sube, como las hojas.

Galo Alfredo Torres: La canción del invitado (2008)

lunes, 22 de julio de 2013

LIBERTÉ

Sur mes cahiers d'écolier
Sur mon pupitre et les arbres
Sur le sable sur la neige
J'écris ton nom

Sur toutes les pages lues
Sur toutes les pages blanches
Pierre sang papier ou cendre
J'écris ton nom

Sur les images dorées
Sur les armes des guerriers
Sur la couronne des rois
J'écris ton nom

Sur la jungle et le désert
Sur les nid sur les genêts
Sur l'écho de mon enfance
J'écris ton nom

Sur les merveilles de nuits
Sur le pain blanc des journées
Sour les saisons fiancées
J'écris ton nom

Sur tous mes chiffons d'azur
Sur l'étang soleil moisi
Sur le lac lune vivante
J'écris ton nom

Sur les champs sur l'horizon
Sur les ailes des oiseaux
Et sur le moulin des ombres
J'écris ton nom

Sur chaque bouffée d'aurore
Sur la mer sur les bateaux
Sur la montagne démente
J'écris ton nom

Sur la mousse des nuages
Sur les sueurs de l'orage
Sur la pluie épaisse et fade
J'écris ton nom

Sur la vitre des surprises
Sur les lèvres attentives
Bien au-dessus du silence
J'écris ton nom

Sur mes refuges détruits
Sur mes phares écroulés
Sur les murs de mon ennui
J'écris ton nom

Sur l'absence sans désirs
Sur la solitude nue
Sur les marches de la mort
J'écris ton nom

Sur la santé revenue
Sur le risque disparu
Sur l'espoir sans souvenir
J'écris ton nom

Et par le pouvoir d'un mot
Je recommence ma vie
Je suis né pour te connaître
Pour te nommer

Liberté.

Paul Éluard: Poésie et vérité (1942)

lunes, 15 de julio de 2013

PUERTO SIN ROSTROS (fragmento)

                         XLVII

había una vez una mujer
que no me dejaba dormir
aprendidas las formas
de comunicarme con su voz
descubrí en su foto
que lo más inasible
eran los ojos atardecidos
                                        llenos de garúa
había una vez una mujer de un ghetto
que tenía gestos de tul
ahora apenas puedo unir sus rasgos
o hilarlos en la memoria
había una vez una mujer
tan obstinada como el mar
ahora ni una de sus binchas
sirve para sujetar los recuerdos
creo que llevaba una capa purpúrea
para indicar que tras ella vivía la noche
era escurridiza como un lince amnésico
yo
sigo recogiendo las huellas
que tatuaba sobre el suelo

Marcelo Báez Meza: Puerto sin rostros (1996)

lunes, 8 de julio de 2013

EL VIAJE DEFINITIVO

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu erarrá, nostálgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez: Poemas agrestes (1910-1911)

lunes, 1 de julio de 2013

¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

Gonzalo Rojas: Contra la muerte (1964)