jueves, 4 de octubre de 2012

HUIDA

I

El agua lenta
en su pausado desmembramiento
contra la roca agazapada
alcázar de estrellas sobre el olvido blanco

¿Quién habla a esta hora
perdida lámpara entre el alba y el ónice?


II

Atenta habías observado las cacerías de la nieve
sus pétalos ciegos persistir entre los haces últimos de luz
Entonces te vieron caminar hacia los confines de la ciudad
No intentaron detenerte
No podían


III

Después de larga jornada
trabaste amistad con viejos espejismos

fuiste su alimento
y sobre ti descendieron para nombrarte

bebiste venenos lánguidos
y fue álgida en tu carne la ceremonia del viento


IV

Árboles atormentados por el viento
despertaron un día en tu oído

Aquello que te revelaron
da vértigo ahora a sus cenizas


V

Andabas despreocupada en las calles vacías

En tu voz hablaban la sal
la vasta sed de los pájaros hipnotizados por el oleaje

Seré como los desiertos, dijiste

En tu silencio crepitaban falsos amuletos
las noches, en tu regazo,
cantaban las propiedades de la absenta y el láudano

Después llegaron los días de cacería
la pureza del polvo y de la luz

Nadie supo más de ti


VI

Despojada del tiempo y de sus básculas
como encalla el olvido
contra las paredes vacías del aire

Encendida danza de la esgrima
ahora que son vastos todos los desiertos


Patricio Briceño: El deshielo (2008)

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