domingo, 27 de marzo de 2011

CUATRO BOLEROS MAROQUEROS

1

Con las últimas lluvias te largaste
y entonces yo creí
que para la casa más aburrida del suburbio
no habrían primaveras
ni otoños ni inviernos ni veranos.

Pero no.

Las estaciones se cumplieron
como estaban previstas en cualquier almanaque.
Y la dueña de casa y el cartero
no me volvieron a preguntar
por ti.


2

Para olvidarme de ti y no mirarte
miro el viaje de las moscas por el aire.
Gran Estilo.
Gran Velocidad.
Gran Altura.


3

Para olvidarte me agarro al primer tren y salgo al campo.
Imposible.
Y es que tu ausencia
tiene algo de flora, de fauna, de pic-nic.


4

No me aumentaron el sueldo por tu ausencia.
Sin embargo,
el frasco de Nescafé me dura el doble,
el triple las hojas de afeitar.


Antonio Cisneros: Como higuera en un campo de golf (1972)

domingo, 20 de marzo de 2011

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da!

¡Y si después de tanta historia sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡claro!... Entonces... ¡Ni palabra!

César Vallejo: Poemas humanos (1931-1937)

sábado, 12 de marzo de 2011

CIUDAD SIN SUEÑO (Nocturno del Brooklyn Bridge)

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan las cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y el que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aun andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.

¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

Federico García Lorca: Poeta en Nueva York (1929-1930)

viernes, 4 de marzo de 2011

LA MUCHACHA INGLESA

Yo que viví siempre contigo
nunca te toqué, Lilian;
viniste de muy lejos
y los diablos de caras nerviosas
satisficieron su deseo de ti
a cambio de oro.

Pero yo vi tus piececitos en tu alcoba,
y tus zapatitos paganos que tan lustrosos conservé.
Aunque ellos no veían tus piececitos, Lilian,
yo los veía.

Tus mediecitas paganas llevaba yo,
y las lavaba.

Ellos no veían tus piececitos
pero yo que siempre viví contigo
nunca te toqué, Lilian.

Sus rostros están más nerviosos en esta mañana de escarcha;
te han puesto en un ataúd pagano,
han ocultado tus pies y te han llevado en esta mañana de escarcha.

Han pasado contigo sobre el arroyuelo de neblina
y parecen, al otro lado, enormes hombres azules en la bruma,
ya no quedan sino la niebla y el agua.

Ellos nunca vieron tus piececitos,
pero yo los veía, Lilian.

Sus rostros están siempre contraídos
pero en los siete años que han pasado desde cuando te vi,
mi rostro no ha cambiado.

Ellos nunca vieron tus piececitos,
pero yo los vi.


Poema chino anónimo (siglo XIX)
Traducido del chino al inglés por Edward Powys Mathers
y de éste al español por Francisco Alexander (1965)