lunes, 25 de febrero de 2013

EL DISCURSO DE ULISES

"Perdí a los compañeros en Trinacria.
Pocos quedaban ya porque los mares
se creen bosques de olas y de tumbas sin lápida.
El fondo de mis ojos es de adioses,
de brazos levantados, de llamadas de auxilio
y de sombras perdidas definitivamente.
He subido hasta un monte de la isla
y dominando el mar los he buscado.
Si contemplé la peña que habita Polifemo
lo imaginé ya ciego, herido por mi mano.
Y por mi mano herida abandoné a Calipso,
y por mi boca herida he despreciado a Circe,
y por mí misma herida he disuelto la vida
en huidas, abandonos, maldiciones y muerte.

Dos décadas ahogándome con ellos,
con la sal en los labios, vinagre en el costado
o el fuego de la hoguera entre las piernas.
Y tú fuiste testigo, también abandonada,
aunque oculta me sigas, me acompañes, me adores,
mas no dejas que bese tu boca ni tus ojos.

Yo me confieso un fénix que renace
del moho de ceniza de la muerte.
Me miro en el espejo y huelo a muerto
porque me fui muriendo, ahogándome en mí mismo.
Tú viniste conmigo, flor de madrugada,
y frente a las columnas del templo de la orilla
me mostraste el color de la puesta del día.
Sólo lo vi de sangre.
Al menos me enseñaste cómo tensar el arco.

He regresado a Ítaca. He vuelto a la rutina
que creía olvidada. Me lavan y perfuman.
Llevo una saya limpia. Salgo al amanecer
a resolver asuntos del trabajo.
Cuando cierro los ojos por la noche
y me abraza Penélope amorosa
veo rostros de mujeres, largos brazos de hombres agitándose,
gestos de adiós perdiéndose en las olas,
ojos ciegos de ardor en una frente.

Ansío encontrar la mina del canto y de la lengua".

Jorge Urrutia: El mar o la impostura (2004)

lunes, 18 de febrero de 2013

PERDIDOS

Tal y cual nos advirtieron
el silencio nos estaba rodeando
por los cuatro costados.

Bajaba desde el cielo impenetrable
como una lluvia sorda.

Venía desde el fondo de la tierra
como un sismo apagado.

Tal y cual nos dijeron
nuestros antiguos padres
con sus voces de piedra,
estábamos asediados y solos,
traicionados, perdidos.

El único recurso era morir,
refugiarse en la nada.

Pero la muerte
                     —¡muerte al fin!—
se mantenía callada.

Fernando Cazón Vera: La pájara pinta (1983)

lunes, 11 de febrero de 2013

EN LA SOMBRA

Sí: tú me buscas.

A veces en la noche yo te siento a mi lado,
que me acechas,
que me quieres palpar,
y el alma se me agita con el terror y el sueño,
como una cabritilla, amarrada a una estaca,
que ha sentido la onda sigilosa del tigre
y el fallido zarpazo que no incendió la carne,
que se extinguió en el aire oscuro.

Sí: tú me buscas.

Tú me oteas, escucho tu jadear caliente,
tu revolver de bestia que se hiere en los troncos,
siento en la sombra
tu inmensa mole blanca, sin ojos, que voltea
igual que un iceberg que sin rumor se invierte en el agua salobre.

Sí: me buscas.
Torpemente, furiosamente lleno de amor me buscas.
No me digas que no. No, no me digas
que soy náufrago solo
como esos que de súbito han visto las tinieblas
rasgadas por la brasa de luz de un gran navío,
y el corazón les puja de gozo y de esperanza.
Pero el resuello enorme
pasó, rozó lentísimo, y se alejó en la noche, indiferente y sordo.

Dime, di que me buscas.
Tengo miedo de ser náufrago solitario,
miedo de que me ignores
como al náufrago ignoran los vientos que le baten,
las nebulosas últimas que, sin ver, le contemplan.

Dámaso Alonso: Hijos de la ira (1944)

lunes, 4 de febrero de 2013

LA TIERRA ES UN SATÉLITE DE LA LUNA

El Apolo 2 costó más que el Apolo 1,
el Apolo 1 costó bastante.

El Apolo 3 costó más que el Apolo 2,
el Apolo 2 costó más que el Apolo 1,
el Apolo 1 costó bastante.

El Apolo 4 costó más que el Apolo 3,
el Apolo 3 costó más que el Apolo 2,
el Apolo 2 costó más que el Apolo 1,
el Apolo 1 costó bastante.

El Apolo costó un montón, pero no se sintió
porque los astronautas eran protestantes
y desde la Luna leyeron la Biblia
maravillando y alegrando a todos los cristianos
y a la venida el papa Paulo VI les dio la bendición.

El Apolo 9 costó más que todos juntos,
junto con el Apolo 1, que costó bastante.

Los bisabuelos de la gente de Acahualinca tenían menos
hambre que los abuelos.
Los bisabuelos se murieron de hambre.

Los abuelos de la gente de Acahualinca tenían menos
hambre que los padres.
Los abuelos murieron de hambre.

Los padres de la gente de Acahualinca tenían menos
hambre que los hijos de la gente de allí.
Los padres se murieron de hambre.

La gente de Acahualinca tiene menos hambre que
los hijos de la gente de allí.
Los hijos de la gente de Acahualinca no nacen por
hambre,
y tienen hambre de nacer, para morirse de hambre.

Bienaventurados los pobres, porque de ellos será la Luna.

José Leonel Rugama (1969)