entre las Ánimas o las Ruinas.
El Poema debe ser extraviado totalmente
en el centro del juego,
como la convulsión de una cacería
en el fondo de una víscera.
Y reír de sí mismo
con el costillar del ventisquero.
Sólo lejos de ti, en el milagro
de no encerrar cordero en el pan de cada día.
Y nada que se asemeje
al punzante abalorio de los críticos.
Me tentaré lejos de Dios, mano a mano,
a mí mismo,
con la sinceridad hambrienta del perro
que duerme temblando
sobre el pan enterrado por su madre.
¡Y te quemaré en mí, Poesía!
En ladrillos de venas de amor, te escribiré
empapándote profundamente.
¡Luego vendrá el sol y te extraerá con los colmillos!
César Dávila Andrade: En un lugar no identificado (1962)
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