y el dedo doblado en ella.
Y el resplandor de la estrella.
Y la luna.
En mi chaqueta de abril
prendí una azucena viva,
y besé la sensitiva
con labios de toronjil.
Un pájaro principal
me enseñó el múltiple trino.
Mi vaso apuré de vino.
Sólo me queda el cristal.
¿Y el plomo que zumba y mata?
¿Y el largo encierro?
¡Duro mar y olas de hierro,
no luna y plata!
El cañaveral sombrío
tiene voraz dentadura,
y sabe el astro en su altura
de hambre y frío.
Se alza el foete mayoral.
Espaldas hiere y desgarra.
Ve y con tu guitarra
dilo al rosal.
Dile también del fulgor
con que un nuevo sol parece:
en el aire que la mece
que aplauda y grite la flor.
Nicolás Guillén: La paloma de vuelo popular (1958)
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