martes, 5 de junio de 2012

EL CERRO DE MONTAMARTA DICE

Un día habrá en que llegue hasta la nube.
¡Levantadme, mañanas, o quemadme! ¿Qué puesta
de sol traerá la luz que aún no me sube
ni me impulsa? ¿Qué noche alzará en esta
ciega llanura mía la tierra hasta los cielos?
Todo el aire me ama
y se abre en torno mío, y no reposa. Helos
ahí a los hombres, he aquí su pie que inflama
mi ladera buscando más altura,
más cumbre ya sin tierra, con solo espacio. Tantos
soles abrí a sus ojos, tantos meses, en pura
rotación acerqué a sus cuerpos, tantos días
fui su horizonte. Aún les queda en el alma
mi labor, como a mí su clara muerte.

Y ahora la tarde pierde luz y hay calma
nocturna. ¡Que despierte
por última vez todo a la redonda
y venga a mí, y se dé cuenta de la honda
fuerza de amor de mi árido relieve,
del ansia que alguien puso en mi ladera!
Ved que hay montes con nieve,
con arroyos, con pinos, con flor en primavera.
Ved que yo estoy desnudo, siendo sólo un inmenso
volcán hacia los aires. Y es mi altura tan poca.
¡Un arado, un arado tan intenso
que pueda hacer fructífera mi roca,
que me remueva el grano
y os lo dé, y comprendáis así mi vida!

Porque no estaré aquí sino un momento. En vano
soy todas las montañas del mundo. En vano, ida
la noche volverá otra vez la aurora
y el color gris, y el cárdeno. Ya cuando
lo mismo que una ola esté avanzando
hacia el mar de los cielos, hacia ti, hombre, que ahora
me contemplas, no lo sabréis. No habrá ya quien me vea,
quien pueda recorrerme con los pies encumbrados,
quien purifique en mi amor y tarea
como yo purifico el olor de los sembrados.

Claudio Rodríguez: Conjuros (1958)

No hay comentarios:

Publicar un comentario