A Juan Verdesoto
Va ligera, va pálida, va fina,
cual si una alada esencia poseyere.
Dios mío, esta adorable danzarina,
se va a morir, se va a morir... se muere.
Tan aérea, tan leve, tan divina,
se ignora si danzar o volar quiere;
y se torna su cuerpo una ala fina,
cual si el soplo de Dios la sostuviere.
Sollozan perla a perla cristalina
las arpas en su ambiguo miserere...
Las flautas lloran y la guzla trina...
¡Sostened a la leve danzarina,
porque se va a morir... porque se muere!
Medardo Ángel Silva: El árbol del bien y del mal (1914-1917)
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