Que no suene la nada a lo que nada suena.
Que nada suene como la nada.
Que la nada no suene a nada.
Esta vez originalmente por una sola vez
que la nada esté muda como la real nada.
Que no suene la nada a la nada
¿Sí?
Que nada salga de la nada (ni seres, ni cosas,
ni paisajes hacia la virgen nada).
Que no busque nada la nada.
Que nada no se disfrace de nada y que
esta vez, originaria además,
la nada huya
sin derribar nada, sin hacer nada.
¿Sí? Por favor.
Que empiece la función. Silencio.
Nada de nada.
Ernesto Carrión: Novela de Dios (2013)