lunes, 14 de febrero de 2011

CENA

Entro sin llamar
(a veces me da miedo contestarme).
Se para el infinito ante la puerta
como una hormiga sin trabajo, paso.

Abundan las mentiras de colores.
La lírica presencia de unas rosas
me subyuga al momento.
El mantel almidonado
es una blanca pista de aves muertas.

Humildemente espera el pan.
Llevo a mi boca una lechuga fresca
y es una lágrima dura lo que muerdo.
Hay un sabor de ausencia en cada plato,
forman contraste mi sed
y el agua seca.

Una a una las sombras se levantan,
alguien desde mi fondo reza;
una silla especial está más sola
y un poema de sal
escupo al suelo.

Ana María Iza: Pedazo de nada (1961)

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