lunes, 11 de julio de 2011

ELEGÍA

No es el pájaro salado
Sobre la playa dorada
Ni el desierto que se anida
En la palma de la mano
No es la luna que se asoma
Sobre el último poema
No es el sol sobre la arena
Ni la arena que oscurece
El sol sobre la arena
No es la sombra acumulada
En el patio de la casa
Ni tampoco tu mirada
Que todo lo llena de espuma
De claridad y de pescado
No es el dolor de cabeza
Ni el riñón enamorado
Ni mi sexo que padece
Ni tu sexo que amanece
Sobre la cama revuelta
Como si fuera un lucero
No es la sábana arrugada
Ni la estrella ensangrentada
Que resbala diariamente
Por tu cuerpo y por mi cuerpo
Hasta el fondo de la tierra
No es la glándula que llora
Ni la glándula que ríe
No es la harina dolorosa
De tus huesos y mis huesos
Ni la piel que los divide
Como cáscara de huevo
No es la máscara de polvo
Sobre tu calavera
Ni la máscara de polvo
Sobre mi calavera
No es amarnos todavía
Sin pantalón ni sonrisa
Sin corazón ni vestido
Casi sin carne y hueso
No es la luna que regresa
Ni tu desnudez que pasa
Como el viento en el estío
Es tan sólo mi ceniza
Que desea tu ceniza.

Jorge Eduardo Eielson (1924-2006)

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