torrencial en los campos últimos de la muerte...
Este sueño imantado y amarillo. La cal
sobre la que se hacinan, lentas, las lagartijas.
Nada —me dicen. Pero, ¿toda esta luz es nada,
aquí, si la pensamos con fe, si la miramos
aturdidos? Reseca flor de agosto, paciente
jardín, bajo este sol que todo lo deforma...
Nada —me dicen. Pero, ¿qué nos hace salir,
medio desnudos, solos, a pleno sol, un día
cualquiera como éste? Humilde cielo blanco
que entre cuatro paredes ha dispuesto su gloria:
no acierto a descifrar sus signos. Reconozco,
aquí, toda la luz posible, los destellos
que alumbran en nosotros casi todas las noches...
Nada —me dicen. Pájaros, flores secas, el mar
un poco más allá, no lejos. Me parece
todo —luz, tierra, cal, cielo, surco— la misma
cosa, bajo este sol que todo lo somete.
¿Para qué habré salido de casa esta mañana?
Vicente Valero: Teoría solar (1992)