lunes, 5 de agosto de 2013

LLUVIA NOCTURNA DETRÁS DE LA ESTACIÓN DE SERVICIO

Bajo la lluvia nocturna, una tumba caótica
de cosas abandonadas a sí mismas
que demora en cerrarse. Pero todavía el conjunto
puede volverse creador sobre su propio sueño.
En esta decantación del desorden
una fría suciedad pegajosa, un estado de frontera
de objetos a punto de perder su identidad.
En la inmóvil confusión gotea el agua
silenciosa. Envuelve llantas reventadas,
botellas astilladas, ruinas de plástico, recipientes chupados,
cajones despanzurrados, metales llevados
a un límite de torsión, quebraduras,
andrajos no identificados, asimetrías tornasoladas
por la grasa negra. He aquí una crisis de negación
en esta abandonada degradación intelectual
de criaturas seriadas, nacidas a partir
de la materia martirizada, la idea y el deleite
y que fueron manipuleadas, raspadas, roídas, girando
sobre chapas rígidas y correas de transmisión
y en definitiva condenadas por lo monótono.
Pero en aquella derrota humana de las cosas,
en los desperdicios mojados podían descubrirse
figuras creadas a partir de la mezcla,
diseños irreales arrebatados a lo fortuito:
y entre gotas de lluvia y aceite quemado
una intención de belleza y de formas cumplidas
bajo la maloliente oscuridad.

Joaquín Giannuzzi: Cabeza final (1991)

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