lunes, 26 de enero de 2015

UNE SAISON EN ENFER

     Jadis, si je me souviens bien, ma vie était un festin où s'ouvraient tous les cœurs, où tous les vins coulaient.
     Un soir, j'ai assis la Beauté sur mes genoux. — Et je l'ai trouvée amère. — Et je l'ai injuriée.
     Je me suis armé contre la justice.
     Je me suis enfui. Ô sorcières, ô misère, ô haine, c'est à vous que mon trésor a été confié!
     Je parvins à faire s'évanouir dans mon esprit toute l'espérance humaine. Sur toute joie pour l'étrangler j'ait fait le bond sourd de la bête féroce.
     J'ai appelé les bourreaux pour, en périssant, mordre la crosse de leurs fusils. J'ai appelé les fléaux, pour m'étouffer avec le sable, le sang. Le malheur a été mon dieu. Je me suis allongé dans la boue. Je me suis séché à l'air du crime. Et j'ai joué de bons tours à la folie.
     Et le printemps m'a apporté l'affreux rire de l'idiot.
     Or, tout dernièrement m'étant trouvé sur le point de faire le dernier couac! j'ai songé à rechercher la clef du festin ancien, où je reprendrais peut-être appétit.
     La charité es cette clef. — Cette inspiration prouve que j'ai rêvé!
     «Tu resteras hyène, etc...», se récrie le démon qui me couronna de si aimables pavots. «Gagne la mort avec tous les appétits, et ton égoïsme et tous les péchés capitaux.»
     Ah! j'en ai trop pris: — Mais, cher Satan, je vous en conjure, une prunelle moins irritée! et en attendant les quelques petites lâchetés en retard, vous que aimes dans l'écrivain l'absence des facultés descriptives ou instructives, je vous détache ces quelques hideux feuillets de mon carnet de damné.


Arthur Rimbaud: Une saison en enfer (1873)


     Hace tiempo, si lo recuerdo bien, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde todos los vinos corrían.
     Una tarde, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.
     Me armé en contra de la justicia.
     Escapé. ¡Oh brujas, oh miseria, oh odio! ¡Fue a ustedes a quien mi tesoro fue confiado!
     Logré hacer desvanecerse en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda alegría, para estrangularla, ha realizado el salto sordo de la bestia salvaje.
     He llamado a los verdugos para, al morir, morder la culata de sus fusiles. He llamado a las plagas para asfixiarme con la arena, la sangre. La desdicha ha sido mi dios. Me he recostado sobre el fango. Me he secado en el aire del crimen, y le he jugado trucos a la locura.
     Y la primavera me ha traído la espantosa risa del idiota.
     Ahora, estando desde hace poco cerca de lanzar el último ¡cuac!, he soñado en buscar la llave del viejo festín, en el que quizá recupere el apetito.
     La caridad es esa llave. ¡Inspiración que prueba que he soñado!
     "Permanecerás siendo una hiena, etc.", grita el demonio que me corona de sus amables adormideras. "Gana la muerte con todos sus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales".
     ¡Ah! He tomado suficiente. Sin embargo, querido Satán, ¡yo te ruego una pupila menos irritada! Y prestando atención a las pequeñas bajezas que vendrán con retraso, a ti que amas en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, te dejo estas pequeñas y horribles hojas de mi libreta de condenado.

Arthur Rimbaud: Una temporada en el infierno (1873)
Traducción de Andrés Landázuri (2014)

lunes, 19 de enero de 2015

LOS CAMINOS DEL AGUA

Querer decir todo lo que se ve,
decir el agua;
querer de pronto
decir la vida;
la lluvia que se mete en las ventanas,
y se encuentra,
y baja,
baja a los árboles,
a las flores baja.

Las campanas
no son mojadas por la lluvia,
que cae y dobla
el verde de las plantas;
cuando cae el agua
y baña el fruto blanco.

Entonces decimos:
que las noches han llegado,
con sus noches
y sus sonidos raros de huracanes
y rayos
y montañas.

Es que a veces
no ocurre como pensamos;
entonces decimos:
que cae y no escampa,
entonces podemos decir:
que la lluvia nos espera
con los brazos abiertos,
entonces también podemos decir:
que el agua se va a perder
más allá de los caminos.

                                                                  Héctor Cisneros (1946-1986)
                                                     Del poemario Historias de la mañana,
                         publicado póstumamente en El poeta de la lleca (2005)

lunes, 12 de enero de 2015

TODO LO QUE SOY

Soy delfín en los mares de la espera
Mi obscena careta que agoniza
tiene la piel madura
Si la ato a las dos sílabas del miedo
la oración es un silencio
Veo pedazos de tiempos insepultos
en las horas que vienen madrugadas
Y sé que no pude robar una sonrisa
Que llevo en mis bolsillos
monedas de inquietudes
Que mis pies vestidos de sandalias
pisaron la esperanza
Y regañé muchas veces al destino
Y oculté en la tiniebla desolada
mis propias iniciales
El agua que me baña me lastima
–el agua es el refugio de mi huida–
Y aunque me niego en pleno día
un absurdo recado me limita
Habito en la caída del relámpago
y almaceno la lluvia

Hugo Mayo: El zaguán de aluminio (esc. 1921, pub. 1982)

lunes, 5 de enero de 2015

p o e m a


Para ti
tengo impresa una sonrisa en papel japón

Mírame
que haces crecer la yerba de los prados

Mujer
mapa de música        claro de río        fiesta de fruta

    En tu ventana
cuelgan enredaderas de los volantes de los automóviles
y los expendedores disminuyen el precio de sus mercancías

d é j a m e   q u e   b e s e   t u   v o z

Tu voz
QUE CANTA EN TODAS LAS RAMAS DE LA MAÑANA


Carlos Oquendo de Amat: 5 metros de poemas (1929)