38
El camino hacia la playa no es muy largo.
Rocas, pendientes leves, formas
que hablan de otros tiempos,
de otros seres,
sin embargo camino sordo a todo,
inválido, lisiado de todo sentido
distinto al que deja tu piel sobre mi cuerpo, María.
Ni siquiera el agua de las olas
azotando mis muslos
puede detener mis manos
que te dibujan en el aire, María,
ni el aullido de las gaviotas,
ni el rumor de los cangrejos
o la lluvia de los cocos
pueden aliviar la ausencia de tu cuerpo.
Ah, María,
sin embargo
ahí está el mar y tú lo sabes,
el mar,
ese oscuro llamado que no cesa,
esa promesa verde
que no cesa,
que vuelve,
que viene y va.
39
Pero siempre vuelvo.
El mar calmado abre sus brazos largos,
su cuerpo sin venas se derrama sobre el mío,
su vaivén que suavemente va jalándome,
me lleva al centro de su distancia húmeda,
de un letargo recogido
donde apenas oigo las campanas
que llaman en la playa.
40
El hotel es cosa ya olvidada.
He vivido bajo las rocas,
compartiendo escondite con los alacranes,
robándole el calor a la concha de los cangrejos,
alimentado con el aire de la arena,
sumergido en la carne que mi cuerpo encuentra,
sin otro contacto
que el de mis manos
que recuerdan
el cuerpo de María.
41
Hay remolinos en la oscuridad.
Pequeños acertijos de contactos,
alegrías efímeras,
aguas tibias,
algas que se trenzan en el agua de mi aliento.
42
Brillando como un pez,
acicalado por el resplandor esmeralda
que da el mar a sus habitantes,
he vuelto.
He esperado en silencio frente a su puerta.
Ha sido mi entraña,
mi más hondo pálpito el que me ha traído de vuelta.
María ya no es ella.
En su lugar encuentro conchas,
animales abisales
que me miran con sus ojos largos como faros.
En cambio de su casa y sus caricias,
en cambio del dolor que me infringían sus ausencias,
sus muslos compartidos gozando estrujados por fuertes marineros,
en cambio de María
he encontrado el fondo,
una roca, arena húmeda, el mar sin olas.
No hay misterio.
Todo ha terminado,
el mar ha cumplido su llamado.
43
El mar infinito sin final.
El mar, abismo de desastre.
[...]
Francisco Montaña Ibáñez: El mar y María (2008)
Una reseña de este texto en http://loinquieto.net/2014/02/20/lo-lirico-01/
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