esté roto
sino sólo enormemente averiado,
agazapado en una herida
ya franqueada,
reacia a toda cicatriz.
Y entonces aún hay quizá
un tiempo
en el que no morir antes
de la muerte
ni ser a trizas anticipado por la vida,
un lugar en el que abrigar lo astillado
y dejarse perdonar por el barro,
ser apenas su propio límite,
su caída intacta.
Juan Cristóbal Mac Lean: Paran los clamores (1996)
No hay comentarios:
Publicar un comentario