viernes, 6 de mayo de 2011

VENGO DE CAMINAR A TIENTAS

Escuchadme, y hablaré yo,
y véngame después lo que viniere.
Job, 12, 13

Te hablo desde el fondo del brocal
de un pozo distante y de fuego.
Voy a reconstruir el mundo que la noche
dispersó y que para él pide muy poco.
Te busqué y el tiempo parecía abrirme paso
entre los caminos cruzados que nos unen.
Vengo, sin embargo, de andar a tientas.
Te nombro y busco en la oscuridad,
entre viejos jardines desolados.
Digo tu nombre tal como se dicen
las palabras sagradas y los exorcismos.

Ayúdame, que a veces la muerte se acerca:
en mi costado con su lanza implacable,
la muerte y su rostro vacío.
Por estos días
los cedros pierden sus hojas y cubren
el espacio de mis puertas y mis ventanas.
Ayúdame a que este mundo sea siempre
abierto a la luz que cada uno pide para sí.

Adolescentes, desnudos bajamos
a bañar cuerpos y sueños en las aguas
abiertas a nuestros pasos.
¡Cuántas heridas recibí,
cuánto de hostilidad nos rodeaba!
Oh, tal vez nos falte el tiempo
y todo no sea más que una broma.
Y el mar un espejo
distante y efímero, fantasma de lo que fue.
Tengo miedo de que el hilo entre los dos
se rompa y de que el tiempo nos ahogue
como ahogó a muchos.
Un miedo
que en la noche asoma su lengua húmeda.
He vuelto y el amor
hará reverdecer los cedros que se mecen
y levemente tocan los aleros.
Pero ahora que acaricio este triunfo pequeño,
presiento que de nuevo la oscuridad
el ir y venir sin voluntad por la arena
volverán negándonos el intenso sabor del mar.

Tantos y tantos hilos se resumen,
hilos de vida y, a veces, de dolor.
Quiero que la soledad me olvide
en esta hora, que olvide las puertas
que siempre la condujeron hasta nosotros.

Regreso a tientas, es cierto, pocas
han sido mis ciudades, pocas mis casas,
muy poca plenitud pude paladear.
Pero mis manos han comenzado a descubrirte.
Vine por ti y para ti arriesgándolo todo,
y a mi paso hubo puentes derruidos,
paredes que no cedían a mi fuerza.
Siento
que me va a faltar el tiempo para el poema
y el horror vuelve a agitarse a mi lado.
Escribo con lentitud.
Para mí no existe la gracia del decir
a la manera de la lluvia
o del trueno
en su instante y su magia.
Temo que todo concluya y pido
que tu voz me devuelva al poema.
Solo anhelo,
como tantos otros, dar sitio
a todo lo que debimos tener por nuestro.

Hasta ahora hablar de ti era entrar en la Nada
y de la Nada vamos por fin a rescatarnos.
Es una victoria pequeña, pero al hombre
pocas veces se le conceden cosas mayores.
Marchamos hacia el poniente absortos,
trazando en el suelo una señal, una clave,
una marca que indique dónde encontrarnos.
Y el mar, el mar
rehaciéndose ante nuestros ojos
en su complejo y difícil tejido de aguas,
y el júbilo de encontrar tu cuerpo
en un amable desgobierno de paz y de hermosura.

Todas las historias
culminan en esta historia lenta y enorme.
Cuerpos, aguas, atardecer, muros
que tendrán que cambiar su piel y sus destinos.
Sólo el amor real podrá salvarnos,
salvar al mundo como quien salva a una hoja,
como quien, con igual decisión,
detiene la tempestad
para que la luz vuelva con su reino milenario.
Escucha por un momento toda esta sed
que por dentro estalla como una ola
tras un golpe de espuma.
Te amo, y ciego, sin saber cuándo
llego a tus labios, y solo entonces
la vida comienza, de una vez y para siempre la vida.

Holguín, Cuba, marzo-abril de 1985

Alejandro Querejeta Barceló: Álbum para Cuba (1998)

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