Encontré a Édgar pegado en el muro de la Facultad
con los brazos y los ojos abiertos.
"¿Qué haces pegado junto a los anuncios?" —dije.
"No lo sé, creo que soy un aviso" —confesó.
Entré en la cafetería y pedí una jarra de café expreso.
Me senté con los amigos.
"Édgar Artaud permanece pegado allí afuera" —dije,
"y me confesó que es un aviso" —concluí.
Oxat se ocupaba de bajar vídeos en la nétbuk.
"No puedes hacer eso en la Universidad" —advertí,
"pueden descubrirte" —susurré.
Alguien llegó y tomó asiento entre nosotros.
"He descubierto el enigma de la luna" —dijo.
"Pero no diré nada. Lo contaré en el Seminario".
"Me parece que Édgar Artaud se ha pegado
al muro" —añadió.
"A Édgar lo debieron pegar los administrativos.
Ellos cuelgan los avisos" —terminó.
Alguien se levantó sin decir nada.
Caminó rumbo a los pasillos.
Édgar permanecía pegado al muro, silencioso,
observando a los estudiantes y los transeúntes.
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